jueves, 31 de agosto de 2017

The Assignment

El director de ésta película es el legendario Walter Hill, director maestro del cine de acción, que tiene una obra maestra en The Driver (1978), películas de culto como Hard Times (1975), The Warriors (1979) y Streets of Fire (1984), y películas muy populares y entretenidas como Danko: Al rojo vivo (Red Heat, 1988) y Encrucijada (Crossroads, 1986). Walter Hill siempre ha sido un cineasta muy libre, por lo que sus últimas películas le son coherentes, son de acción pura y dura sin ningún tipo de moral, difícil de digerir esto –un poco- seguro que sí, no a todos les hará gracia ver antihéroes brutales tomándose la ley en sus manos asesinando a diestra y siniestra sin misericordia alguna y salirse con la suya tras frías venganzas. Claro, dirán, está matando criminales o corruptos que le han hecho encima daño y esa gente no vale nada, pero igualmente choca ver tanta sequedad y ligereza. Vemos como el asesino a sueldo James Bonomo (Sylvester Stallone) en Bullet to the Head (2012) le dispara a un criminal –lo mata- tras terminar de interrogarlo, simplemente ya no le sirve. No siempre el asesino y protagonista guarda aun así la simpatía –en un empaque muy violento- de Stallone, en The Assignment (2016) el antihéroe -también asesino a sueldo en busca de venganza- que hace Michelle Rodriguez no trata de simpatizar en absoluto con nadie, salvo que siente deseo sexual y en un único rato compasión por una pareja. Pero The Assignment es aún más extravagante y rocambolesca de lo que uno puede imaginar, y muy violenta y amoral también.

The Assignment trata de un asesino a sueldo llamado Frank Kitchen, gran nombre, propio del cómic en general que Hill trata de emular de cierta forma en la gran pantalla, utiliza algunas viñetas propias de los cómics además, enmarcando escenas claves como cierre de capítulos. Frank Kitchen mata por dinero y no reconoce nada más, es así de básico, pero un día tiene la mala suerte de que haciendo un trabajo para una pequeña mafia, para el honesto John (Anthony LaPaglia), asesina al hermano dilapidador de una cirujano plástico que opera ilegalmente y experimenta con el cambio de sexo, con la Doctora Rachel Jane (la genial Sigourney Weaver). Ésta mujer, un antagonista de esos poderosos que suelen poblar el imaginario del cine de Walter Hill, quiere vengar a su hermano, pero no lo quiere hacer de forma convencional. Para esto Sigourney Weaver interpreta a una mujer particular, sus discursos y conversaciones son muy prominentes (el de Edgar Allan Poe es también una declaración diáfana del cine que hace y defiende Walter Hill), y la describen muy bien, aparte de la magistral interpretación de Weaver, y es que Hill le saca magia a sus actores, lo que parece pequeño lo convierte en audaz, lo mismo que hizo con Jason Momoa como el enemigo de Stallone en Bullet to the Head, y ni que decir de la maravillosa interpretación que extrae de Bruce Dern en The Driver (1978). Lo interesante de sus malvados es que se mantienen pegados en gran parte a la realidad, siguen siendo muy humanos a pesar de todo y son curiosos sin ser visualmente exagerados. Se comportan como obsesivos y algo locos pero siempre reconocibles en nuestra humanidad, aunque manejan su propio código de conducta.

Frank Kitchen despierta de pronto vendado sólo en un sucio apartamento convertido en una mujer, le han practicado el cambio de sexo, es ahora un transexual. Michelle Rodriguez a ese respecto es muy profesional y hace un buen papel. Primero la vemos hasta con órgano masculino desnudo (interpreta a un hombre), sin sus tetas, con barba y una nariz gruesa, luego como mujer también sin ropa, de forma natural, descuidada en la trama. Rodriguez es una mujer bella, pero siempre yace en papeles fuertes, y no se le hace tan difícil mantener a Frank Kitchen debajo de su apariencia femenina, apariencia que el personaje trata de minimizar, aunque no puede con todo lo externo. El filme nos dice que lo que nos define es lo que llevamos dentro, Frank Kitchen aun cambiado físicamente sigue siendo un tipo duro y crudo.

Una reacción algo curiosa -aunque nunca faltan- es que la comunidad transexual americana se ha sentido ofendida con la película, lo cual suena desproporcionado, el filme incluso expresa en diálogos que respetan a los transexuales, que es sólo entretenimiento y que únicamente se debe a ello. Tampoco por ninguna parte se ve ofensa alguna hacia esta comunidad. Frank Kitchen no quiere ser transexual, ama a las mujeres (lo sigue haciendo con el cambio de sexo), es un tipo violento, un macho man. La historia se fija a esto, y nunca hace escarnio ni humor de este personaje. Que Hill algunas veces hace hablar a sus personajes de forma bruta y tosca sí, pero se le puede justificar por tratar de pegarse a lo real. El filme habla de convertir a Frank en transexual, que cambie de género, para reinventar su personalidad, la película tiene su argumento. Pero el interior siempre manda. Ojo que Frank Kitchen tiene relaciones sexuales sin problemas con el cambio de sexo.

The Assignment es una película que tiene buenas escenas de acción, sólo que rápidas, Hill economiza la violencia, la propone potente y descarnada pero inmediata y breve. Pero todo el filme está plagado de escenas intensas, incluso cuando habla mucho Sigourney Weaver hay un sentido del ritmo. Aunque no es perfecta la combinación de los tiempos ésta es ducha en general (hay arte). El filme tiene ingenio, aunque no sea una obra de arte; es comida rápida, pero de la que disfrutas. Presenta mucha libertad pero con noción de lo que se está haciendo, no se trata de hacer cualquier cosa y pasarla por audaz, aunque pueda juzgarse de irreverente. Es el placer y ligereza de un cineasta que sabe. 

martes, 29 de agosto de 2017

Death Note

Ésta serie anime del 2006 y del 2007 cuenta como un muchacho muy inteligente llamado Light Yagami se encuentra un cuaderno llamado death note, que pertenece a un dios de la muerte o demonio que abandona su libreta a propósito en la tierra porque se encuentra muy aburrido en su mundo. A estos demonios se les conoce como Shinigami, y éste demonio en especial se llama Ryuk. Light tiene una visión personal sobre la justicia (en sentido de que es capaz de llevarlo hasta las últimas consecuencias), le encoleriza que el mundo sea tan corrupto. Pronto la death note le dará la facultad de poner sus ideas en práctica. Si escribes un nombre en la death note y piensas en esa persona ésta morirá, incluso puedes decidir cómo y cuándo morirá y hasta manipular sus decisiones poco antes de morir. El death note tiene muchas reglas que cada vez hacen más interesante la trama. Éste anime juega con algo que muchos suelen discutir, que se debería matar a los criminales, y tomar la justicia en nuestras manos. Para ello Light será conocido como Kira y se creerá un dios en la tierra.

Light tendrá un potente antagonista, un personaje tan rico como él, se le conoce como “L” y es un investigador famoso y anónimo que persigue ahora a Kira. Entre ambos habrá un gran juego a ver si es finalmente descubierta la identidad de Kira, para eso L rápidamente cree que es Light, mientras Light espera matarlo antes de ir a la cárcel. Light y L perpetran grandes luchas cerebrales, el filme propone mucha inteligencia en ambos, e ingeniosamente vemos que L descubre muchas pistas que señalan quien es Kira, pero Light también contraataca y va cubriéndose los pasos. Light y L son muchachos excepcionales. L es un freak, mientras Light es prácticamente el joven perfecto. Su lucha es lo mejor de este anime de 37 episodios de 24 minutos cada uno, contando la intro y el cierre musical que llegan a ser tres en toda la serie. Las 2 últimas introducciones son música genial, muy intensa, mezcla de heavy metal, punk y rock, pertenecientes al grupo japonés Maximum the Hormone.

Éste anime se puede dividir en 3 partes. La primera dura hasta el capítulo 17 más o menos y es lo mejor de la serie, es realmente maravilloso –una obra mayor- ver como Light y L juegan a destruirse, como si estuviéramos presenciando un juego de ajedrez del más alto nivel. El anime es muy claro, todo se entiende sin ningún problema, pero ostenta admirable inteligencia, es un filme de razonamientos –y filosofía- puestos a pelear. L suele deducir qué piensa Kira/Light y viceversa, qué planea el contrincante, y con ello replantear todo, buscar ser siempre más astuto que el enemigo-amigo (porque así se tratan) y vencerse. Los análisis exceden lo normal, sus mentes son demasiado precisas y poderosas, pero todo genera un juego glorioso de suspenso, de cuál será la próxima jugada maestra.

Light es perverso, sin sentido alguno de culpa –porque cree fervorosamente en su ideología como la más digna y justa para la humanidad- y terroríficamente crudo. Esto genera que Kira sea un ser invencible y omnipotente, admirado por muchos, quien se escapa de los mayores retos y no desiste –maniático- de matar sobre todo criminales y quienes se oponen a él (al final todo termina siendo sobrevivir, L lo empuja a ello, lo reduce, aunque en la sociedad no), Light es un mentiroso de antología. A esa sazón la risa de Ryuk divertido con él y sus muchos contrincantes es la risa empática del público. L planea muchas formas de atrapar a Light/Kira, pero de todas se escurre con grave sagacidad, presenciando una gran investigación. El manga lo escribe Tsugumi Oba y lo ilustra Takeshi Obata; la serie anime la dirige Tetsuro Araki.

Una de las tantas novedades del anime es la intervención de la bella ídolo pop Misa Amane, como la de su shinigami llamada Rem que la adora a diferencia de Ryuk que únicamente se divierte con Light. Misa Amane no desentona para nada, y aunque es un personaje chillón y exagerado es otra virtud de la historia, generando audaces vuelcos y sorpresas.

La segunda parte de la serie es cuando aparece el grupo Yotsuba y suma a los criminales como asesinos y violadores la corrupción del dinero, el enemigo es el empresario ciego de ambición. La tercera parte es cuando surge un Kira más –hay varios en toda la trama- y se incorporan dos investigadores (Near y Mello). En la serie hay muchos tras Kira (que significa asesino en japonés), incluido el mismo Light haciendo un doble –e hipócrita- papel. Near y Mello son personajes endebles, de lejos el mejor investigador es L, y le sigue el padre de Light, Soichiro Yagami, que es un policía híper idealista, que genera una escena emocionante e impactante cuando quiere matar a su hijo y suicidarse (qué diferente es el Death Note, 2017, de Adam Wingard, un bodrio, así a secas, un intento de propia interpretación que es un canto de torpezas y bochorno). Soichiro representa al japonés tradicional; Light al hombre de hoy en día, aunque al peor de todos. Light es muy recio y perverso, hasta niveles impresionantes. Ryuk se queda corto en mucho frente a él. Solo L le hace la competencia de la mano de sus manías y rarezas. La segunda y tercera parte son aun interesantes, el conjunto es muy bueno, pero va decayendo el ingenio. Es un arranque intenso y va descendiendo de a poco, pero hasta el final uno está pegado. La serie tiene en un inicio más realismo, pero poco a poco esto va liberándose y entrando de lleno a la fantasía, más allá de la idea de tener Shinigamis alrededor.

El anime tiene su cuota de erotismo y mucha modernidad, aunque Light es frío con las mujeres, las suele manipular, y no le tiembla la mano para deshacerse –matar- a alguna, aunque es un mujeriego y un seductor nato. El anime tiene humor pero felizmente no en gran cantidad. Es un anime sólido, libre, pero serio, que no teme hacer lo que le da la gana –arriesga en muchas oportunidades- y nunca pierde su interés. Ésta serie anime no está hecha para una mente cuadriculada que desmerezca la radicalidad, la fantasía o la mezcla con lo naif. Near se comporta como un niño con inteligencia superdotada y Misa como una mujer a la que muchos creen estúpida –pero a veces se hace la estúpida- y otros la desean y ella es coqueta. En el anime hay cierta sensualidad, pero es menor, e igual todo suma.

Cuando acaba la investigación uno se siente un poco defraudado. La mayor inteligencia está en los antecedentes que crea la primera parte. L descubre todo, pero aun así Light sigue en pie (lo cual es ingenioso), prueba que culparlo y atraparlo es lo de menos interés en el anime (y es que ha hecho demasiados méritos), salvo que el final –capturarlo o no capturarlo- se aprecia poético, único momento de debilidad de Light, que recordarlo impertérrito peleando intelectualmente con L es la obra maestra de la trama. 

lunes, 21 de agosto de 2017

Infernal affairs (trilogía)

La primera película de esta trilogía que data del 2002 es casi una obra maestra, si no fuera por la música de acompañamiento que es disonante y no se compenetra con lo que vemos, más bien achica lo que presenciamos, pero el resto del filme –y es bastante- es una de las mejores películas de acción y crimen de Hong Kong y de la historia del séptimo arte. La trilogía la dirige Wai-Keung Lau (o Andrew Lau) y Alan Mak, los guionistas de la trilogía son Alan Mak y Felix Chong. La primera Infernal Affairs es una película con pocas escenas de acción es más una película neuronal, un entramado complejo de traiciones y salirse con la suya, no ser descubierto, por ende no ir a prisión o morir a manos de los compañeros. El filme trata de 2 topos, 2 infiltrados o espías, un policía en la mafia china, Chen Wing Yan (Tony Leung Chiu-Wai), y un gángster en la policía, el Inspector Lau Kin Ming (Andy Lau).

Los topos desde temprano –muy jóvenes- han pertenecido a sus lugares de vigilancia y ya se han confundido en el lugar, son prácticamente imposibles de identificar, están plenamente infiltrados y aceptados como cualquier otro y más, destacan. La verdadera identidad de Chen Wing Yan sólo la conoce el superintendente Wong Chi Shing (Anthony Wong), lo mismo con Lau Kin Ming, el único que sabe de su identidad real es el jefe mafioso Hon Sam (Eric Tsang). Estos 4 personajes son los pilares de la trilogía. Los 4 están espléndidos en conjunto, pero por algo Tony Leung y Andy Lau son actores tan grandes en el cine oriental. En el caso de Eric Tsang en la primera película está perfecto, es sarcástico, cruel y rudo, en la segunda película donde vemos su crecimiento al gángster que será tiene un papel mucho más suave, muy poco intimidante, más pegado a la simpatía y no es muy genial, pierde mucho atractivo, pero se entiende que fuera antes otra persona, influencia de su relación con su esposa, la bella y sensual Carina Lau como Mary Hon. En la tercera película aparecerá muy poco. Por el lado de Anthony Wong debo decir que empieza muy endeble, medio defectuoso, aun teniendo un gran rol, pero en las siguientes películas se pule totalmente y da una excelente actuación.

El primer Infernal Affairs se torna en el desenlace en un filme furioso en creatividad, amoral, corrupto, con un Andy Lau perverso y muy astuto, pero con una naturalidad impresionante, no hay que caricaturizar o sobredimensionar nada para crear un antagonista tan redondo. La trama es impredecible y llena de vueltas de tuerca por el final. Es un filme que no sigue parámetros de decencia o de finales felices, es ingenio, coherencia y libertad pura. Otra maravilla de la propuesta es el juego del gato y el ratón, tanto la policía como la mafia saben que hay topos en sus filas y a cada topo genio principal se le ha pedido que halle al adversario, por lo que la interacción en pantalla entre Lau y Leung es muy rica, muy inteligente y mantiene el suspenso y la expectativa, es un tira y afloja por descubrirse. La escena del cuerpo cayendo del techo también es una de las grandes escenas del filme, algo edulcorada con la tristeza que ocasiona, pero en la primera Infernal Affairs las muertes son otra maravilla de la propuesta. También hay sentido del humor, como con el locuaz y loco gángster que cree ver policías encubiertos en la calle en gente común. Este pequeño personaje, Keung (Chapman To), tiene una escena memorable –incluida una estética audaz- tras huir de una balacera.

Suma igualmente que Lau Kin Ming (Andy Lau) tiene una vida familiar normal, cálida, y es hasta amable con los otros policías, toda su maldad y traición en un inicio es muy sutil, muy delicada, Lau Kin Ming es un tipo muy racional y calculador. Su compañera la hace Sammi Cheng, y es curioso/ingenioso ver cómo siendo ella escritora hay una proyección de una novela que escribe sobre si es o no su protagonista una buena persona. Esto más tarde le producirá una crisis de identidad a Lau Kin Ming, creyéndose Chen Wing Yan, la parte más extravagante y original de la tercera Infernal Affairs (2003). Lau Kin Ming ahí perderá su fabulosa sangre fría (las mujeres y el amor son determinantes en la trilogía en cuanto a cambiar a las personas), convirtiéndose en un tipo enloquecido, lo que también tiene su riqueza argumental y artística. El personaje de Sammi Cheng es secundario en las acciones directas, es en lo visual una simple compañía, aunque es determinante en la solidez emocional de su novio. En cuanto a Chen Wing Yan (Tony Leung), él se enamora de su psiquiatra, la hermosa Kelly Chen, que también tendrá un rol importante en el devenir de la trama, aunque en sus apariciones en general luzca igual de irrelevante que Sammi Cheng, la que está desperdiciada, aunque el filme funciona igual bien así. Un rol femenino rico en cierta forma es el de Carina Lau en la segunda Infernal Affairs (2003), tiene un papel provocador tanto como criminal como mujer. En la segunda película no participan ni Tony Leung ni Andy Lau, sino sus versiones juveniles (Shawn Yue y Edison Chen respectivamente), y es una precuela. El joven Lau Kin Ming se apasionará por Mary Hon, y mostrará un lado inocente y a su vez nuevamente su lado más perverso.

La segunda Infernal Affairs es un poco enredada, cambia incluso algunas cosas que bajan el listón, presenta a un gángster líder nuevo, Ngai Wing Hau (Francis Ng), que quiere vengar la muerte de su padre, que ha sido traicionado por todo el mundo, hasta la policía está involucrada en su muerte. Ngai Wing Hau –que luce joven, a los 42- trama tremenda venganza, contra un grupo de mafiosos llamados The big four. Esto genera unas escenas de asesinatos que tienen su gracia, pero poco más. Ésta Infernal Affairs recuerda a El Padrino (1972), pero no le llega en absoluto a su inmortalidad como cine y arte. Esta precuela está decente, entretiene, tiene sus buenos momentos, pero tanto la segunda como la tercera película de Infernal Affairs a un punto recuerdan las precuelas de Star Wars. La primera Infernal Affairs y las originales Star Wars son palabras mayores, las otras son rémoras de su grandeza. Pero de todas formas uno es curioso y ante el placer original llegas a apreciar las demás. También hay un mar de diferencia entre las Infernal Affairs siguientes y las precuelas de Star Wars, las Infernal Affairs siguientes tienen más nivel, poseen superiores ideas, que las precuelas de Star Wars. El ascenso de Hon Sam a líder de la mafia contra Ngai Wing Hau no tiene ni por asomo el poder de fascinación de la imagen que engendrará Hon Sam en la primera película, aunque como concesión está decir que el personaje de Ngai Wing Hau está más que aceptable. Lo bueno es que las bandas sonoras se vuelven competentes, suben el nivel a las Infernal Affairs siguientes, lo curioso es que las 3 bandas sonoras son del mismo compositor Chan Kwong-wing.

La tercera Infernal Affairs es más fácil de seguir que la segunda aun siendo compleja, ésta es tanto una precuela como una secuela. En ésta película se unen pequeños cabos, aunque a un punto yo diría que innecesarios, y se agregan “nuevas” cosas. Como en la segunda película en que Ngai Wing Hau “repite” el rol de Hon Sam preparándose/cocinándose el ascenso de éste último como precuela, en la tercera hay otro juego del gato y el ratón, de nuevos topos, pero si bien hay varias líneas narrativas a ese respecto –en la primera también las hay- y la relación de suspenso entre el superintendente Yeung Kam Wing (Leon Lai) y el rol de Andy Lau tiene su entretenimiento y algo de audacia su aporte y alcance en general está muy por debajo de la primera película. El final de la trilogía es un lugar de culpas, un filme que a poco más de la mitad de metraje se vuelve un thriller psicológico, más tarde pierde su corrupción y pone las cosas en el lugar de la ética y lo convencional, con lo cual el filme desciende bastante de nivel, y es que sucede a menudo que la tercera película de las trilogías suelen ser las más malas, aun así el filme logra salvarse un poco. Pero para muestra un botón, aunque ahonda más en la psiquiatra de Chan Wing Yan y a pesar de que en la primera la relación era rauda y ligera –algo cómica- funciona menos. Quien diría que aunque la tercera película mezcla tiempos, los maneja paralelos, posee una estructura compleja, hay mucho mayor entusiasmo y queda más en la memoria situaciones como la introducción de la primera Infernal Affairs cuando Hon Sam proclama su revancha contra la policía frente a su pelotón de jóvenes topos. 

jueves, 17 de agosto de 2017

Dunkerque (Dunkirk)

El hecho histórico que cuenta el filme del inglés Christopher Nolan es legendario para Inglaterra, la evacuación de 300 mil soldados de la ciudad y puerto de Dunkerque, Francia, rodeados por atrás por el mar y por adelante por los nazis durante la segunda guerra mundial el año 1940. Nolan recoge lo mejor del cine arte y lo convierte en cine popular, gigante, para todo público. Hace de la propuesta una muy artística mediante su estructura de varias visiones protagonistas equivalentes y representativas. Tenemos a un civil (Mark Rylance) yendo a recoger soldados en su barco particular –como muchos otros, movilizados y cuidados a un punto por la famosa Marina Real Británica- junto a 2 muchachos heroicos, a un joven soldado inglés (el novel pero competente Fionn Whitehead) tratando de escapar como puede de Dunkerque, a un piloto (Tom Hardy) de la aviación inglesa protegiendo a los soldados aliados y a los barcos rescatistas y contratacando al enemigo en el aire –a la poderosa Luftwaffe-, y a un jefe naval (Kenneth Branagh) en un muelle observando el desarrollo del rescate y dirigiendo su parte de la operación. Como complemento panorámico tenemos a otro soldado inglés (Harry Styles) buscando escapar pero a toda costa, saltándose si es necesario la moral y sacrificando a algunos otros en el trayecto. Junto a ello también es complemento el soldado salvado (Cillian Murphy) traumado con regresar a la playa de Dunkerque.

El filme cuenta con otra añadidura artística, se trata de que nunca veremos a ningún nazi en persona, a ningún soldado enemigo, sólo se presencia el impacto -y la superioridad- del ataque alemán, con esto Nolan maneja el terror y el suspenso que genera no saber por dónde y en qué momento serán atacados los aliados atascados en la playa. A lo máximo Nolan permite ver sólo los aviones alemanes de la temida Luftwaffe y en una dosis muy medida. En sí el filme concentra puntos y muestra algo significativo, escenas maestras repartidas por aquí y allá que se proyectan hacia algo mayor de la historia universal, con las que hay que armar una imagen integral, más que algo grandilocuente, detallista y recargado.

La obra de Nolan pretende ser emotiva enfocándose en subtramas enriquecidas, moverse en pequeñas historias, un aviador volando y luchando hasta quedarse sin gasolina, un aviador a punto de ahogarse tras hacer valientes rescates, el descontrol que genera el miedo a morir, el estado perpetuo combativo de sobrevivencia. Kenneth Branagh simplifica y contiene todo esto, expone dolor, compasión, frustración y felicidad mediante su expresivo rostro, sus emociones están repartidas por distintos momentos claves de la trama. El filme muestra mucho heroísmo, aunque recurre un poco a lo inverosímil, a lo exagerado. Tom Hardy es como un superhéroe sin poderes sobrenaturales. Pero sus combates y salidas de improviso generan adrenalina y manejan el entusiasmo del espectador. Mark Rylance por su parte aporta el idealismo y coraje del hombre común. En la propuesta hay algo de maldad o negatividad mezclada en soldados aliados tratando de salvarse a sí mismos por sobre el resto, es poco pero existe y es notable, un avance y concesión contra el esquema del blockbuster.

Un tercer trabajo artístico trascendental y definitorio en el presente filme es la banda sonora, el filme se sostiene en buena parte de la música de acompañamiento, esto puede creerse muy común, no suelen faltar en el séptimo arte memorables bandas sonoras que han catapultado (engrandecido) sus propios filmes, pero el trabajo entre Christopher Nolan y el famoso compositor alemán Hans Zimmer es tremenda simbiosis. La propuesta no tiene muchos diálogos, y la música amplifica –hasta crea escenas- y contagia lo que sentimos –nos trasmite estados de ánimo- con Dunkerque, los avatares y altibajos de la sobrevivencia, la espera, la lucha perdida y, por último, un tipo de gloria, simplemente seguir vivo, aunque se haya tratado de escapar no de destruir al rival y en la guerra uno suele creer que casi todo se vale y existe en el filme una mirada sobre la ética en este lugar. No todo el tiempo cae precisa la música, pero cerca de un 80% es pura maravilla bien compenetrada. Películas como Dunkirk (2017) significan la perpetuidad del cine tradicional, del cine apreciado frente a una gran pantalla.

martes, 15 de agosto de 2017

El primero de la familia

El debut del chileno Carlos Leiva es la historia de un cúmulo de problemas, de mil y un dramas, parece una gran tragedia griega, de cómo vive una familia pobre en un barrio periférico de Santiago de Chile. La madre sufre de dolores de espalda por una mala operación y debe usar muletas pero no quiere, el padre es un obrero que necesita le adelanten dinero y que suele ser un hombre sumiso, la hija menor es la burrita de la familia y ha quedado embarazada de un pandillero que no quiere hacerse cargo, por último el hijo mayor estudia medicina y acaba de ganar una beca para seguir su carrera en Inglaterra, pero oculta deseo sexual por su hermana, mientras toda la familia lo cree el mejor de todos ellos.

En el mismo cuarto duerme la abuela con los hijos, la muchacha tiene que cambiarse (desnudarse) en el cuarto, el hermano siempre la observa, lascivamente, no sabe qué hacer para controlarse y todo apunta a la debacle. La hermana confía en el hermano mientras el padre la menosprecia. Además la alcantarilla del patio se malogra y genera olores pútridos por toda la casa. Justamente esto hace pensar en la vida que llevan o que algo está por explotar.

El filme a ratos parece telenovela, grabado un poco de forma parecida, pero atrapa la atención, provoca seguir viéndola, hay actuaciones aceptables y cotidianidad tratada al menos con cierta decencia, aunque muestra una pobreza casi pornográfica, medio que te identificas, pero también sufres de indolencia. Gran parte ocurre en la precaria casa familiar, desde el pequeño lugar donde comen todos apretados y se pasan el sobrecito de té para que lo use más de una persona o que Tomás (Camilo Carmona), el hijo, se levante asustado a matar una cucaracha o insecto en la pared de su cuarto pensando ¿habrán más? Todo este panorama es tan obvio que uno no se compenetra mucho, requiere de un poco más de arte.

La sombra del incesto es lo que destaca de esta obra y su clímax es la audacia de la propuesta. El resto es muy similar y poca novedad aporta. Ver a la madre comprarse una prenda bonita algo fuera de su alcance o al padre enfrentar su pasividad otorgan algún respiro. Toda la familia está en conflicto con su realidad, y aunque Tomás las tiene todas para escapar y brillar, es la hermana, Catalina (Catalina Dinamarca), la que diría que es la que importa más, la que sufre más la situación, y de ese lugar podemos sacar una denuncia.

El filme requiere un poco de mejores transiciones, está como apurado en mostrar muchas cosas, lo mismo, drama tras drama. También algunas actuaciones lucen muy sufridas, falta a ratos variedad, matices, sorpresa. Son los hermanos los que más destacan del grupo. Esta película no es una obra trascendental pero debería ayudar a revisar el sistema neoliberal, como analizar el seguro médico o el derecho laboral y mejoras justas.

lunes, 14 de agosto de 2017

La región salvaje

El filme empieza enfocándose brevemente en el espacio con una roca a punto de caer a la tierra, más tarde algo se percibe extraño en el ambiente (el misterio dura como una hora y al descubrirse se aprecia claramente). Una mujer desnuda en una cabaña luce rara, ensimismada, excitada (pide más de algún tipo de sexo), luego ella comenta con un amigo sobre conocer no sé qué en un apartado de campo cercano a la ciudad, dice no conocer el sexo de ese ser que la tiene en éxtasis, que la ha dejado marcada.

El director mexicano Amat Escalante para sorpresa de quienes seguimos su carrera nos presenta un sci-fi, pero que recorre centralmente la relación oculta homosexual de un hombre con su cuñado. El filme apela al sexo y a la violencia como leitmotiv, y como todos creen ver a una alegoría de la sociedad en general y del pueblo mexicano en especial, que implica el caos tras la represión sexual.

Ángel (Jesús Meza) es un tipo que aparenta ser homofóbico –más que seguro que por la sociedad mexicana que lo empuja a ello- pero es bisexual en realidad, se divierte con el hermano de su mujer, Fabián (Eden Villavicencio), que es abiertamente gay. La vida de Ángel sería común y corriente si no fuera por esta doble vida sexual, y el filme muy cotidiano si no fuera por el extraterrestre. El filme contiene erotismo en aquel monstruo con tentáculos tipo falos, monstruo que recuerda a Possession (1981).

La propuesta es oscura a un punto, con un aire a velado culto satánico, como en The Witch (2015). Igualmente recuerda a Post Tenebras Lux (2012) en ese llamado del bosque a lo oculto, al desenfreno, y al juego con el demonio representado en la liberalidad que genera karma, e inconsciencia –una mente poseída, en blanco- como en Antichrist (2009). También a Tenemos la carne (2016) pero exhibiendo una película mucho más digerible y coherente, mejor estructurada, como mejor expuesta en su análisis social aunque este luzca leve.

El filme invoca referentes del terror, pero tiene una trama en mayor parte realista. El monstruo queda como en segundo plano, son las relaciones a la vera del sexo las que generan tantos problemas, y la cereza del pastel es ese ente “prodigioso” ofreciendo el placer máximo. Vemos distintos animales copulando dentro de una orgía sobre un cráter y más que felicidad se percibe como algo sórdido. La música también moviliza hacia esa dirección. Verónica (Simone Bucio) complementa el panorama como una especie de vampira acólita. 

martes, 1 de agosto de 2017

Heart of a Dog

Este documental experimental, de la compositora, músico y artista visual de performance Laurie Anderson, podría haber sido un documental triste, ya que trata de la muerte de nuestros seres más queridos, el que es un ensayo también sobre el amor, pero prefiere ser algo visualmente particular mientras en todo el metraje acompaña la voz en off de Laurie Anderson hablando de su mundo mental, de budismo, política, seguridad nacional, libertad e intimidad (tras la sombra del atentado del 11 de setiembre que compara con una metáfora de unos halcones y su perro confundido por estas aves con un conejo), de su pasado y de su vida personal, como cuando nos desnuda la relación difícil con su madre (que le significó un reto de auto-examinación ante su muerte), combinado con algunas exposiciones verbales algo extrañas donde participan sueños y otras realidades superpuestas a lo cotidiano.

La americana Laurie Anderson a sus 68 años –edad con que hizo este trabajo- denota ser medio freak, nos hace entender que desde siempre ha visto la vida de manera distinta, incluyamos que el mundo la ha hecho así también (por su desconfianza y aprendizaje infantil frente a los adultos con un accidente que la paralizó de las piernas por un tiempo y le decían sería para siempre; o por necesitar de una defensa psicológica frente al dolor), de esto su acercamiento natural -que vemos- a la filosofía (Wittgenstein, Kirkegaard), la literatura (David Foster Wallace), la pintura (Perro semihundido, de Francisco de Goya), lo místico –a su manera- y un poco a lo poético, si bien Laurie observa la vida con practicidad (salidas, paz), gracias a su cultura y espiritualidad.

Lo suyo en el fondo es una lucha contra el sufrimiento (nos dice: es sentirse triste sin estar triste), igual que frente al progresivo desvanecimiento que señala ocurre con la vejez. A ella le delata su rareza, la que puede ser algo criticable (sopesando que lucir distinto no es la superficialidad de verse cool ante el resto, sino consecuencia con uno y de la vida), aunque finalmente es su vida y de lo que ama lo que compromete dentro de la propia filosofía, su perra pinta, esculpe y toca piano como si fuera una persona, esto suena extravagante, o hasta ridículo, pero es justificable, porque el amor de una persona a un animalito llega a ser tan grande que buscas entregarle una existencia completa, lo más feliz (como cuando su mascota queda ciega), muy parecida a la tuya. Laurie como artista y mujer abierta a lo diferente está en toda coherencia, aunque nos suene cruel esperar que su perra Rat Terrier Lolabelle estando terminal llegue hasta la última exhalación, pero lo hace por sus conceptos budistas.

El filme no es (solo) sobre el amor a su perra Lolabelle, es un documental mucho más arduo, esconde la muerte de su marido, el famoso cantante Lou Reed, muerto 2 años antes y del que no se habla nunca directamente, pero cuando terminan los créditos vemos una foto de él jugando con Lolabelle, y así es el filme, están ambos fusionados. Cuando habla de Lolabelle también Laurie nos habla de Lou Reed, del amor por ambos y de vencer el dolor de sus muertes, creyendo además en la reencarnación. En las imágenes vemos filmes caseros, de súper 8, texturas, filtros, ilustraciones, recreaciones, collages, videos de cámara de vigilancia y, en especial, como si estuviéramos detrás de un vidrio empañado al que le está cayendo la lluvia, esta composición del vidrio es notoriamente melancólica, que se complementa con la voz modulada y predominante de Laurie que se mantiene firme y fuerte. El documental es propio del arte que siempre ha definido a Laurie Anderson, cada parte de él es muestra de honestidad e identidad. Si nos parece medio raro, tiene de paranoide y es a ratos oscuro, es porque es su esencia, la profundidad que la rige.