viernes, 17 de febrero de 2017

The Alchemist Cookbook

Una película que luce de muy bajo presupuesto sobre un tipo que vive en un remolque en el bosque en el oeste de Michigan, con su gato Kaspar, y que es visitado por un amigo que le trae víveres y cosas que necesita, aparte de su necesidad de gatorade y doritos, de su medicina para mantenerse estable y coherente, lo que le faltará y se perderá en la locura.

La película del americano Joel Potrykus puede leerse como el viaje de un hombre hacia la insania, el que parece estar fabricando droga, lógicamente a escondidas, que en el filme se dice que yace practicando la alquimia, de la que pronto se aburre y pasa a otro nivel. Lo cierto es que éste joven se siente perseguido y pretende hacer dinero rápido y fácil. En este lugar se pueden observar dos lecturas, una más inocente, y una típica del mundo lumpen de los afroamericanos, habiendo drogas, robo, huida, que compagina con ese mundo alterno en que vive Sean (Ty Hickson), uno más de ficción, que realista. Se describe a Sean como un ermitaño en busca de producir oro. Pero lo que enseguida nos trae al realismo es la presencia y diálogo con el amigo que habla de pandillas, de compartir este lugar secreto y que recrimina constantemente a Sean la forma en que vive, abandonado, sucio y a puertas de la locura.

El amigo, o quizá hasta un primo, Cortez (Amari Cheatom), no le da el interés debido al medicamento que urgentemente le hace recordar Sean que quiere que le traiga. Esto habla de desconocer una posible enfermedad mental. Este punto más que un error de la trama es producto de la ambigüedad que practica Potrykus con su filme, acerca de si en verdad se trata de un tema de locura; o se trata de una historia de terror, donde la práctica de sacrificios de animales y lecturas en latín invocando al demonio han degenerado en una situación extraordinaria. En esto llegamos incluso a presenciar al demonio, pero más bien todo apunta al delirio y la alucinación, presenciando que Sean va degenerando como si fuera un esquizofrénico que llega a volverse muy peligroso para su entorno.

El filme tiene un toque de impresentable, de fealdad y suciedad, de una estética rustica, propia del cine independiente marginal, cuando vemos la trasformación del protagonista, no obstante La Mosca (1986) le queda muy grande. Ya lo decía de otra forma el arranque del filme con el vagabundeo del protagonista y la música clásica de fondo. El filme también tiene humor negro, y hay diálogos dichos en lenguaje de barrio negro, es decir, quiere ser cool, juvenil. El filme tiene tan solo a 2 personajes, a dos afroamericanos. El deterioro de Sean puede verse interpretado a razón de la perversión del ambiente, tras la invocación del demonio. El filme también es una película de terror psicológico, como a su vez pretende ser tipo The Blair Witch Project (1999).