domingo, 13 de noviembre de 2016

El sol abrasador (Zvizdan)

Tres historias de amor contextualizadas bajo la sombra de la guerra de los Balcanes,  en 1991, 2001 y 2011, el amor entre un serbio y una croata o viceversa (es irrelevante el lugar exacto). En la primera pieza está el amor en plena guerra con la familia protestando y destruyendo la relación a lo Romeo y Julieta. La segunda el querer reparar una casa destruida por la guerra tiene al trabajador reconstructor con la nacionalidad enemiga del contratante que son una mujer y su madre, la joven repudia al obrero, lo culpa del pasado. La tercera un joven retorna a casa y quiere recomponer la situación afectiva con el amor de su vida que ha cuidado sola a su hijo, esto claramente es la simbolización de la vinculación y el futuro de la relación tras la guerra de los países rivales de la ex Yugoslavia, la puerta cerrada o abierta es una representación artística netamente cinematográfica, acierto de la disposición general de la película. 

El filme del croata Dalibor Matanic tiene una gran carga de sensualidad, propia de ese  potente calor que gobierna la zona rural fronteriza en que se ubican los personajes, gracias sobre todo a la actriz Tihana Lazovic que huele a deseo por todo su bello cuerpo, y se presta para escenas sexuales bien trabajadas, entre un toque de explicites y otro de sutileza, como en el sexo oral, momento violento y decidido de una de las tramas, el más efectivo de todos. Otra característica de la propuesta es que los tres personajes de la mujer enamorada los interpreta con suma solvencia la misma Tihana, mientras Goran Markovic tampoco lo hace nada mal como los otros tres personajes masculinos de las relaciones, además de que los personajes secundarios –padres, amigos- son repetidos de la misma forma por mismos actores, que se ven distintos plenamente, guardando una lógica y sugerente similitud de colectividad. 

Las tres historias funcionan muy bien, no hay disparidad entre ellas, tienen un gran desarrollo de tempo con sus pequeños magmas. El trompetista suicida inmerso en el amor sin límites ni miedos que lo detengan en la primera, la mujer que va al pasto a llenarse la mano de insectos en pos de dominar su sufrimiento en la segunda, el chico que se lanza al rave y explota su drama íntimo y distancia de cara al hogar anhelado en la tercera. Sería fácil, muy torpe, señalar deshonestidad y efectismo y terminar culpando al melodrama, observando que el filme está bella y justamente constituido. Es un viaje que trasmite el afecto y la pasión más esencial, quedando más tarde un mensaje de integración, de desprendimiento, de perdón, de humanidad en general. Éste es un filme que se ve muy bien más allá de su altruismo, los que se pegan a esto y lo buscan ahí lo tienen, mientras los demás, sólo dejemos que hablen las imágenes en su cariz más básico (el mensaje de fondo).