miércoles, 10 de febrero de 2016

Anomalisa

Segunda película del director y famoso guionista Charlie Kaufman, esta vez acompañado en la dirección de Duke Johnson. Kaufman es el escritor de los guiones de Cómo ser John Malkovich (1999), El ladrón de orquídeas (Adaptation, 2002) y Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004). Su ópera prima como cineasta, Synecdoche, New York (2008), trataba de un hombre, Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman), un director de teatro que quiere hacer una gran obra, la cual está emparentada con su propia vida, que sería aquella máxima puesta en escena, ya que como se sabe el mundo es como un teatro y es justo en ese lugar que la ficción y la realidad se entremezclan habiendo vasos comunicantes y vínculos con toda la humanidad y su lucha por la felicidad, donde Caden suele ser un perdedor, un tipo patético, pero también un posible genio, siendo un tipo enfermizo y lastimero, que suele perder a todos sus amores (incluyendo a sus hijas), a quienes conquista en buena parte por la lastima y su cualidad de director. Caden es cualquier persona en el mundo, aunque exagerando la figura, quien provoca que la imitación de su vida torne a los clones de esta en seres autónomos, creando una red compleja de ficción, a la vez que Caden se torna otras personas, desarrollando cierto misterio e interrelación simbólica y repetitiva. Cosa que se verá también en Anomalisa, pero esta vez ya no es tanto una lucha por la felicidad, un tira y afloja en el tiempo en cuanto a alegrías y frustraciones, o un lugar de sueños, anhelos y placeres, que en gran parte se convierten en promesas incumplidas y aceptaciones pacíficas, sino un lugar mayormente de depresión, de derrota absoluta, teniendo nuevamente como partícipe a la locura velada, como bien indica el título del hotel en que se hospeda el protagonista, Michael Stone (la voz de David Thewlis), que alude al síndrome de Frégoli, que bien representa el actor Tom Noonan en la interpretación de todas las voces y parecidos, que es como que el mundo es una absoluta repetición anodina, una falta de gracia, goce y efervescencia total, provocando una abulia generalizada, una tristeza que ronda el suicidio.

A Michael le abruma su esposa y su pequeño hijo, de los que quiere escapar; sus amigos, a los que desconoce y siente intrusos, un lugar de conformismos; y su trabajo, como gurú –paradójicamente- de relaciones interpersonales y atención al cliente, siendo un exitoso relacionista público y gestor de un libro de cabecera sobre productividad mediante lo social, que lo lleva a dar una conferencia en Cincinnati, Ohio, por lo que en líneas generales detesta toda su vida, y decide aprovechar el viaje para reencontrarse con un viejo amor que él abandono sin mayores explicaciones, a razón -como bien dice- de que suele perderlo todo, toda alegría e ilusión, como ejemplificará su hallazgo en la a un punto patética Lisa (Jennifer Jason Leigh) que a través de escuchar su voz, femenina y anómala al conjunto o mundo cree hallar la esquiva felicidad, siendo una mujer muy parecida a Caden, una que no se quiere mucho a sí misma (producto de creerse fea y poco inteligente, aunque curiosamente se plantea especial dentro de su propio menosprecio), se ve de menos, hasta el punto que se torna algo molesta al ser tan lastimera (rasgo de identidad del cine de Kaufman, que puede que pretenda una empatía, pero no es del todo eficaz), sin embargo a su vez es capaz de brillar y distinguirse a través de la canción “Las chicas solo quieren divertirse” de Cyndi Lauper y explotar una cierta ternura, no obstante no podrá evitar mostrar que es un ser común a muchos, tan imperfecto y vulgar, a las pretensiones subconscientes de aquella pesadilla paranoide de la repetición y la robotización tratando de llenar el apartado trascendental del amor, con lo cual a Michael le duele el sueño de la extravagancia (tal cual sostiene y admira aquella máquina musical japonesa comprada en una tienda de juguetes sexuales), la ilusión de lo excepcional, padeciendo la monotonía, en una labor pesimista a más no poder, tanto como harto realista y detallista en toda su recreación en animación stop motion de una temática para adultos, como en el cunnilingus o todo el desarrollo pormenorizado del hospedaje que trabaja el lugar común y el aburrimiento sostenido.