miércoles, 16 de octubre de 2013

Los amantes pasajeros

Éste es un claro divertimento menor de Pedro Almodóvar, con su cotidiana extravagancia y locura, que pone a un grupo de personas en un avión que no pueden llegar a su destino tras una avería en una de las llantas en que la máquina debe dar vueltas en el aire haciendo tiempo por una pista de aterrizaje de emergencia, y con ello concibe poner sus pequeñas historias en ruedo, sobre sus acostumbrados melodramas que se mezclan con su comedia y sus bromas de sexo, habiendo mucho libertinaje como acostumbra y ninguna inhibición de tipo carnal sea bisexual, heterosexual u homosexual.

Abundan como se ha dicho las mamadas o aventuras sexuales u otras con algunos tintes amorosos, directa o indirectamente (el tono político que algunos pueden ver me parece mero accesorio aunque se puede leer una discreta crítica al mal uso e ineptitud del poder, como es costumbre de los tiempos y la realidad española), que no escandalizan para nada ni molestan como puede suceder con La mala educación (2004) por mencionar una película bastante agresiva, pero tampoco se trata ni de cerca de una cinta como Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), una de sus mejores películas y comedias,  sino parece a un punto ya normal para quien sepa de como se mueve el manchego. Y en sí es un filme sin mucho bombo y aplauso en pantalla, nada extraordinario bajo la manga, en verdad, salvo algo de entretenimiento superfluo y ya, pero al que hay que agradecerle un poco de placer. 

Es cierto que existe mucho amaneramiento, hay mucho Almodóvar aquí, y su típica risa, insolencia y hasta extraña “sabiduría” popular, su visión personal, sobre las relaciones humanas, especialmente sobre los vínculos carnales, pero sin desmerecer lo hecho en exceso, sabe a poco para reconocer al mejor Almodóvar, el que tanta publicidad y reconocimiento atrae. Las historias parecen breves destellos de conflictos que no llegan a trascender en absoluto aun teniendo magmas de cierto interés que llevan el atrapante gen de este autor, salvo como parte de un paquete de las que parecen ser finalmente ocurrencias, aunque bien armadas y entendibles como parte del género al que se adscribe, que incluye mucho la chispa del personal del avión donde hay rostros populares de España como Javier Cámara –que sobresale pero dentro de un trabajo de equipo, como con los demás- o Antonio de la Torre que son amantes en la trama. Con ellos yacen otros rostros fácilmente reconocibles como Lola Dueñas o Cecilia Roth, ambas esplendidas, una chica virgen con poderes de vidente ansiosa de copular y un personaje famoso de farándula venida a menos que tiene carácter arisco, respectivamente, junto con Carlos Areces, Carmen Machi y Hugo Silva, y casi cameos con Antonio Banderas, Penélope Cruz (estos dos como pareja solo sirven para generar el defecto en el avión) y Paz Vega, la que vemos algo desmejorada de su belleza, no sabemos si por el papel de desequilibrada o por otros motivos. En sí, es un reparto sólido, que aportan gran solvencia al conjunto, y aunque los relatos que les acompañan son sencillos con alguna enredes habitual de Almodóvar en su guion como con un cóctel de vídeos eróticos, trabajadoras del sexo o sadomasoquistas, un asesino a sueldo y un estafador, todo queda plenamente ligado como siempre.

Es una obra muy bien intercomunicada entre sus partes pero sin llevarlo a un estado de dificultad que uno quiera recordar mucho, y su comedia es muy leve aun siendo como suele ser irreverente, que no impresiona mucho porque es agua conocida, pero no le quitamos mérito ya que el tiempo vuela y uno encuentra cierta gracia, aparte de pasar un rato agradable aunque efímero como bien puede argüir el título sin querer.

El trio de azafatos formado por los actores Carlos Areces, Javier Cámara y Raúl Arévalo son de lo más gracioso con su mariconeo constante, al que se prestan casi todos los personajes, y cumplen al pie de la letra como cuando cantan la anunciada canción I´m so excited! que mejor describe el filme como tal, ya que hay un contubernio y una irreflexión propia de quien está excitado y no quiere más que sostener un clímax. Para ello no falta el trago ni las drogas, pero todo en tono despreocupado, banal, alegre, es decir no hay ninguna motivación mayor que hacer pasar el rato, y pues eso es, y está bien, ya que tampoco es que Almodóvar busque ser Haneke o Lynch, pero sí que hay mucho de simple y rápido aunque en el lugar correcto del género, la comedia, y solo quedan algunas risas y un poco de mambo como diríamos.

Al final se cierra perfectamente cada problema abierto con un aire de haber hallado la felicidad eterna tras un susto que más ha sido una aventura de como pasar un percance que nos haga despertar o buscar salidas a la idiosincrasia personal. Mientras tanto para el espectador es un pretexto para conocer dilemas pasajeros en medio de una buena juerga donde mejor escoger pasarlo excitado, intensamente, con un desborde anímico positivo aun frente a la desgracia. Es una mirada optimista en una forma algo radical pero fresca. Hablamos de un Almodóvar de goce momentáneo, que no es tan terrible como anuncian, se lleva bien, está más que decente, y es él en toda esencia, con sus virtudes aunque leves, sin demasiadas ambiciones, solo haciendo que lo amemos pasajeramente y pasar la página, y esperar la próxima película de él.