domingo, 13 de octubre de 2013

Drug war y Blind detective

Johnnie To es un maestro del cine de acción exportado de Hong Kong, que no es poca cosa para los fanáticos, y más, ya que tiene una maestría que trasciende el género muchas veces minimizado como simple, porque su arte es de un nivel no solo estético mayúsculo sino que brinda argumentaciones sólidas, complicadas de seguir a un punto, pero también se mueve en la comedia y en el romance aunque su fama se debe a su cine noir o de gangsters, y todos estos elementos que lo definen pueden observarlo a gusto en la espectacular Drug War (2012).

Drug war se mueve en un cine contenido, al aplazar la acción por una trama milimétrica que apunta a preparar y dirigirse a una elevación mayor en sus anhelados clímax, que llegan y rompen toda espera y nos llenan de goce intenso, de esa adrenalina que te inquieta en el asiento y que es sumamente libre, impredecible, donde nadie resulta indispensable a la hora de la verdad. Mientras sus conflictos e historia están rodeados del sentir de la latente violencia, pero que puede jugar con la gracia y el nervio o la calma a puertas de la tormenta y hacer brillar la astucia y la tecnología para tratar de ganar en la batalla criminal contra el narcotráfico en China, que yace penado con la muerte capital si excede una cantidad de venta, y eso atemoriza a Timmy Choi (Louis Koo) y lo hace traicionar a su gente, que es un velado antagonista, ambiguo en sus lealtades, que tiene como co-protagonista al Captain Zhang Lei (Sun Honglei) que juega a dos roles o a una máscara, el tipo serio y entregado a su labor policial, y a disfrazarse de un ridículo capo que no para de reír, al que quieren atrapar junto a otros para desbaratar un gran negocio de drogas. Un rasgo relevante es que los secundarios de ambos bandos dan mayor compromiso al espectador con la puesta y generan una empatía con la acción principalmente, gracias a la abundancia de caracteres más que a un protagonismo subyugador que se coma todo, aunque sea fácil identificar mejor ciertos papeles.

Drug war es un filme potente cargado de vueltas de tuerca, que juega a ponernos a pensar ahora sí tocan los disparos sin causar cansancio y nos mantiene expectantes y atentos a conocer sus pormenores donde se agradece la mítica que impone como con los dos delgados mudos que traen la sorpresa cuando dejan la broma y son máquinas de matar. Algo característico de Johnnie To, el crear personajes que parecen ordinarios y que terminan siendo feroces asesinos; y lo hace en distintas formas como con el Captain Zhang Lei que pasa de la intimidación a realizar un rol de aire cómico sin perder luego su aura de tipo rudo y decidido, porque aquí nadie teme hacer lo que deben hacer, el miedo no existe. Drug war tiene un comienzo directo al grano que cambia, ya que empieza a gestarse en el ingenio de su intrincada historia, por los múltiples vínculos que ostenta pero que no es difícil de entender porque no pierde el control de lo que quiere y es. No solo eso, sabe y busca aportar más al género.

Si no conocen a Johnnie To, lo cual sería extraño, hay que decir que To es muy popular en oriente y de ahí ha rebotado internacionalmente, ya que se ha paseado por los grandes festivales del orbe y vende en el mundo sobre todo thrillers aclamados. También que es un gran director, que merece el reconocimiento que tiene, por ser una apuesta segura al entretenimiento de nivel, y al que hay que seguir de cerca, fielmente.

En cuanto a Blind detective (2013) es otra joya del maestro, pero diferente a la anterior, aquí puede ser algo esperpéntico, usar una broma más alocada, más naif y exagerada, pero que no llega a opacar lo que tiene entre manos, sino aporta un matiz al conjunto; también tiene un halo fantástico pero leve, discreto, mermado por la noción de la naturaleza de esa sabiduría del investigador capaz de hallar una aguja en un pajar, y es que Johnston (un rostro conocido y alguien talentoso que puede mostrar múltiples registros dentro de una obra, Andy Lau) un detective que se retira de la policía al quedarse ciego y se encarga de seguir la pista a posibles crímenes sin solución imagina y recrea casi de manera surrealista el caso que quiere resolver, descubriendo sus asuntos de forma particular como si se metiera en esos momentos claves y los viviera in situ; no obstante lo que quiere llevar a puerto se le escurre, y en este se dan muchas hipótesis en medio de su carácter en parte irreal pero que visualmente aportan magia.

Al conocer Johnston a Ho Ka Tung (Sammi Cheng) oficial de policía de gran habilidad física que lo admira, lo llama un dios de los detectives, se hacen compañeros en una misión muy personal, querer hallar a una amiga de la infancia de ella que desapareció y de la que no se sabe nada de su paradero, pero que terminara con una trama rocambolesca, novedosa e impredecible pero lógica a un grado que no desmorone la ilusión de cierta realidad, porque el filme se mueve en ser verosímil pero con la libertad de lo extravagante y hasta a ratos bajo la hilaridad que despreocupa del realismo.

Posee un toque romántico relajado ya que Johnston cree que Ho Ka Tung es tan fea que parece hombre y la llama como una vieja amiga con esos rasgos, y aunque está engañado y es a veces tosco, es muy bella solo que hace el papel de chica alocada y risueña que no mantiene complejos para hacer lo que le da la gana dejando de lado su atractivo sin pudor, la oficial lo idolatra que no deja duda de su enamoramiento temprano. Pero no son los únicos momentos de pasión afectiva, habiendo uno tradicional que se presta a la risa, y además es un leitmotiv importante en la trama, la mayoría de casos se  dan producto de algún deseo sexual o de un anhelo amoroso sumado o presentando otras razones.

La broma se cuela muchas veces pero no molesta, existe mucho desenfado e irreverencia pero natural a las convenciones de cierto cine oriental aun en su efusividad, sin embargo habrá a quienes les parezca que surge alguna incompatibilidad en cuanto a locura o fantasía con acción y crimen, pero es de una efervescencia tan grande en tantos cambios de estado de ánimo y atención que es difícil no entretenerse, ya que a su vez no pierde su seriedad, no es en absoluto una comedia, y es bastante atrapante, con grata química y simpatía de parte de sus protagonistas, que incluyen a Szeto Fat-bo (Tao Guo), el mejor y único amigo y ex compañero de Johnston que es un traidor nato pero que se deja querer aun así, como con el trato en el dúo de investigadores que por momentos es como el gordo y el flaco, pero sin caer en la barbarie de perder el hilo general, un aura de cierto respeto y nivel, pero que deja colar maltrato del personaje de Andy Lau sobre su compañera.

Darle protagonismo a un ciego no es tan fácil, pero aunque toma muchas licencias para generar la astucia y el heroísmo juega a crear algo digamos que equilibrado, tanto mostrando la limitación como viéndose excepcional, aunque lo sobrenatural en su imaginación casi de vidente se pega también a esa creencia del desarrollo de otros sentidos ante alguna carencia física. El personaje logra reírse de sí mismo y exhibir talento en su trabajo, enfrentando hasta algunos criminales zafados o atípicos. La película sabe manejarse muy bien en distintos campos, el romance, la comedia, la acción y la fantasía. Y eso no suele ser común ya que arriesga mucho, pone mucha personalidad, no quiere ser complaciente aunque si se nota que quiere divertir y sorprender, y lo logra, rescatando que su lado noir puede ser brutal dentro de un conjunto suelto y alegre, y que recalco no desfallece en sus dramas y conflictos, se sostiene, y es que el envase no destruye el contenido. Hay varios casos y son escabrosos, hay asesinos en serie, estrangulamientos o martillazos en la cabeza. Estamos ante una cena polifacética y surtida como con sus grandes actores que brillan en la complejidad de sus formas, sin encasillarse, lo que notoriamente presenciamos en el papel de Andy Lau, además de que tiene lo suyo por su lado Sammi Cheng en un registro más sencillo pero que tiene ternura, más su innata belleza física y gracia exacerbada, dentro de una historia que a su modo es trepidante siendo ligera, muy bien matizada. Una bocanada de aire fresco para To y para nosotros, donde nos enseña recursos, sale del lugar seguro pero mostrando que sabe, y destaca aun no presentándose como lo que uno suele buscar como prioridad en su cine.