miércoles, 20 de julio de 2011

También la lluvia

Fue una de las grandes competidoras por los premios Goya 2011 que solo llegó a obtener un reconocimiento de tres galardones, dirigida por la cineasta española Icíar Bollaín. Tiene como figuras importantes al actor mexicano Gael García Bernal en el papel de Sebastián, director que realiza en Bolivia una película sobre las atrocidades acaecidas durante el descubrimiento de América, y al actor español Luis Tosar como Costa el productor del filme.

Mientras todo el reparto de una realización cinematográfica se traslada al país altiplánico se ven en medio de una lucha que mantiene la población indígena contra las autoridades gubernamentales producto de la privatización del agua. En esa batalla campal sobresale un hombre llamado Daniel que es el que lidera los levantamientos contra el estado, que también participa en el casting que se hace a los pobladores andinos donde es escogido para interpretar a un cabecilla indígena que lidera los ataques frente a los abusos de los españoles. Costa se involucra con él solventando una amistad que empieza por negociaciones que competen a su producción, pero termina entablando una relación fraternal.

En la película se dan dos historias paralelas, una es la película que recrea el descubrimiento de América, la cual se hace de forma entre moderna y antigua, dando a entender que son personificaciones asumidas en la actualidad en que se utilizan escenarios contemporáneos y otras como si volvieran en el tiempo detalladamente y en el contexto realista. En ese aspecto hay un ejercicio de denuncia, se relatan las defensas de los pobladores por parte de personajes históricos de las misiones religiosas a los que se les atañe ideas revolucionarias de igualdad y libertad en comparación con el maltrato y la violencia que ejercen los conquistadores que no dudan en mutilar o asesinar a los autóctonos americanos. Dentro de lo curioso está que Cristóbal Colón es descrito como un tipo ruin, ambicioso y cruel, que promete riqueza y esclavitud en beneficio único de la corona española. El actor Karra Elejalde lo dibuja con la mezquindad necesaria que requiere esa imagen, con lo que se alzó con el afamado premio Goya. En segundo lugar está el problema del agua que viven los pobladores y los lleva a una revuelta con disturbios en las calles que requiere el uso de la fuerza por parte de la policía.

Hay una mirada socialista que defiende los derechos de los indígenas, el enfoque es que el gobierno abusa del poder imponiendo ordenanzas que están fuera del alcance de los pobladores más pobres que no pueden acceder al agua, que se les quita la oportunidad de utilizar pozos producto de que escasea el líquido vital y se ha de distribuir mercantilmente bajo una empresa privada. Si bien es lógico que pueda privatizarse el servicio del agua, la película hace ver que la economía de los indígenas no permite que puedan pagar por ello, colocando una disyuntiva sin solución que solo resalta la indiferencia y la imposición del gobierno que hace hincapié en llamar a esa oposición bajo el eterno rótulo de barbarie y atraso. Hay un claro caso de falta de comunicación y acuerdo como un no deseo de negociación entre ambos bandos, por un lado los aparentemente más débiles que sienten la represión y contestan ávidamente, mientras los otros los poderosos buscan cumplir con la ley que dictan.

Dentro de sus características está que existe una cierta vulgarización contextual, como el uso de un lenguaje coloquial y algo limitado, hay una ambientación que muestra el formato algo rústico, en parte he sentido como si viera una versión española del cine peruano tradicional, de ese que se puede catalogar de poco exitoso y que en los últimos años ha tenido una grata mejoría con algunas excepciones. No es que sea una mala película pero está plagada de defectos, tiene un interesante aire político e histórico crítico aunque con actuaciones que dejan mucho que desear como la irregular performance de Juan Carlos Aduviri que hace de Daniel -y que se le puede perdonar por su inexperiencia- que en ésta realización se convierte en pieza indispensable y recurrente, como las de muchos actores bolivianos carentes de talento; se ve en un momento que hay una asamblea de pobladores que tratan de ver el problema del agua y parece una mala clase de interpretación.

El guión no aporta mucha magia a los protagónicos, Bernal sostiene una personalidad demasiado caprichosa y voluble que puede llegar a entenderse pero no luce demasiado apreciable, en todo caso no logra gran efecto en el espectador, a un tiempo bondadoso y a otro momento insoportable. Tosar es el que mejor sale en pie del asunto, dándole humanidad a su personaje, y aunque también cambia de actitud parece más aceptable, aunque tampoco es mucho.

El mensaje es notorio, notable, el ser altruista, hay buena voluntad pero para quien vive en un mundo ya con mucho uso del tema no convence porque el maniqueísmo es anacrónico y las idiosincrasias sociales son más complejas si bien la revolución que vive el filme sobre el agua parece que ha sido verdadera y la transgresión de la representación de un Colón inhumano se ampara en un hecho contundente como una carta que envía a los reyes católicos.

viernes, 15 de julio de 2011

El americano

Película del 2010 interpretada por George Clooney en el alma de un asesino que se va a esconder a un pueblito italiano huyendo de unos suecos que siguen sus pasos para matarlo, tiene un último trabajo habiendo avisado de su próximo retiro, fabricar un arma de largo alcance a una francotiradora de amplia belleza llamada Mathilde, la actriz holandesa Tekla Reuten. Mientras con grave dedicación se dispone a realizar su misión, suele tener conversaciones con un cura que trata de descubrir sus secretos ante un hermetismo infranqueable, también solicitar la compañía de prostitutas hasta que se enamora de una, Clara, otra actriz preciosa de origen italiano de nombre Violante Placido.

La película tiene un tono crepuscular, con un estilo europeo, se vive un sosiego que solo se rompe por momentos de violencia en que el asesino es perseguido para ser asesinado, en ello muestra sus habilidades como su frialdad. Clooney muestra mucha serenidad y seriedad, sus gestos son medidos, sorprende no exponer su carisma para asumir la imagen que requiere su papel protagónico, uno podría esperar encontrar una actuación fallida pero termina siendo creíble si bien no suele ser su caracterización más representativa, finalmente logra salir a flote con el personaje, no luce forzado sino más bien exacto, como que está en el límite de lo correcto.

La historia está contada bajo varias elipsis, no se nos explica demasiado sobre los implacables criminales que siguen a nuestro antihéroe ni mucho menos sobre el pasado de éste, el relato está enmarcado en un presente que da por conocido el pretérito y que se dedica a desarrollarlo, el guión no sigue una secuencia convencional sino que va descubriendo diversos sucesos que nacen y desaparecen en el transcurso del filme, como la misma existencia, es decir esa espontaneidad que no se puede predecir aunque tenemos nuestras metas y cotidianeidades. Hay un asesino de prostitutas suelto, el hijo del cura es un elemento pasajero y en sí la relaciones son mayormente superficiales, no sonsacan abundante información sino muy parcial y nimia.

Hay un juego con los cromatismos como el color rojo propio de los prostíbulos en el cuarto de nuestro personaje principal, Jack, que vive el instante sin preocupaciones y que no muestra sentimientos aunque llega a reflexionar sobre la soledad mediante actos. Deambula su día entre su tarea, las comunicaciones con su jefe, los tratos con su empleadora circunstancial, los paseos con su amada y su relación de amistad con el padre Benedetto (Paolo Bonacelli).

Hay una simpleza inherente a la narración que nos permite imaginar más que presenciar acontecimientos, hay un aire a ralentizar el tiempo y las actividades, mostrando con paciencia a un hombre llano y plano que sostenga verosimilitud, hay un notorio esfuerzo por hacer verdadero a un Clooney contenido. Es en esencia una cinta muy realista en lo posible que quizás por tener ese efecto no llegue a gustar por carecer de explosividad y dinamismo en su mayor parte de metraje que lo tiene por cortos lapsos pero que se adscriben solo a los ratos de acción en que despierta el lado salvaje de Jack o Edward que parecen ser nombres falsos que escapan de la identificación y dejan en el limbo las referencias biográficas, a un hombre que aún en ese despertar no demuestra efusividad sino movimientos autómatas.

La película posee defectos en su desenlace, cuando está a punto de ser asesinado Jack sucede algo que no tiene sentido y la misma misión se ve corrompida por una cierta incoherencia que puede comprenderse pero nos suena a artificio que no se asocia con un accionar común, pero son vuelcos que buscan dar una agilidad que el filme no llega a consolidar por ser movimientos últimos que ya no cambian nuestra percepción total, lo cual no desestima el producto sino mantiene lo ganado que es un filme que no será una obra maestra, pero si de haber disfrutado su recorrido atípico que promete sin cumplir pero sin desagradar al que ha comprendido sus características y ahí yace el reto porque no está dirigido a una mayoría expectante de adrenalina sino a un inclasificable espectador, como si lo hecho no fuera una realización bajo previo análisis de público objetivo sino simplemente el llevar a cabo una estilo personal.

Dirigida por el holandés Anton Corbijn que se ha dedicado a hacer documentales musicales y videoclips de bandas como Depeche Mode, U2 o Metallica y quizá le falta experiencia en la ficción, que fijo ha ganado unos fanáticos pero mantiene distancia de mayor público. 

jueves, 7 de julio de 2011

Simpatía por el Señor Venganza

Película del surcoreano Park Chan-wook del año 2002. Nos involucra con la temática que delinea el título sin rodeos, la venganza. Todo empieza cuando un sordomudo de nombre Ryu tiene que conseguir un donante de riñón para su hermana, pero al no obtenerlo por vía legal decide buscar en el mercado negro bajo una extraña venta, gasta todo su dinero en acceder a ésta e incluso permite que le extirpen uno, finalmente despierta sin nada y al perder su caudal monetario se deja convencer por su descocada novia de secuestrar a la hija de un empresario llamado Park Dong-jin (Song Kang-ho) que no hace mucho ha sido su jefe máximo en su antiguo trabajo de técnico de mecánica, para pedir un rescate que pueda pagar el ansiado órgano. En el trance suceden delicados imprevistos que ponen tanto al empresario como a él en rumbo de cobrarse el irreparable daño recibido que los llena de sufrimiento y un sentimiento de vacío que motiva al primero a deshacerse de todas sus adquisiciones materiales para planificar su resarcimiento emocional como al otro que no tiene nada a hacer pagar a los culpables indirectos de su perdida, cada uno por su propio camino.

Se desata desde éste lugar, partiendo de la primera parte de la cinta que es pausada y en verdad sin mucho orden lógico, un contundente estado de violencia, tan popular en el cine asiático que como de costumbre nos despertará la sed de sangre en una rocambolesca persecución mortal. Para eso no faltan algunas extravagancias, como el retrasado mental que aparece en el río cargando vistoso y exagerado un brazo bastante rígido, entrando en el contexto de forma intempestiva; la hermana enferma revolcándose en el llanto mientras sus vecinos se masturban a través de la pared pensando que está teniendo sexo salvaje; o el mismo comportamiento de Ryu, que luce en buena parte tonto e introvertido, a diferencia de su pareja Cha Yeong-mi (Doona Bae) que es una avispada socialista metida en un pequeño grupo terrorista, en la unión de la chica revoltosa con el joven pacífico y que supuestamente es noble aún convirtiéndose en criminal.

En la trama Ryu y Cha Yeong-mi son de situación humilde, ella suele renegar de su condición pero manteniendo una alegría desbordada como parte de su personalidad y siente como su ideología le guía en la consigna de que el mundo es totalmente injusto con algunas personas como ellos, para eso mueve semejante a un títere a su compañero que actúa con frialdad natural sin un enojo demasiado palpable sino casi como un autómata. El personaje de Song Kang-ho por su lado está destrozado y lo transmite sin rubor, perpetra su ajuste de cuentas con todo sentido del deber, siente que es lo correcto, tomando el asunto en sus manos con un inverosímil control de sus impulsos, parece un experto en asesinar, lo que no guarda un sentido coherente que lo respalde como tampoco a Ryu, ya que ambos son máquinas de matar sin tener nociones de ello, aparentemente sus deseos los han instruido en el arte del homicidio sin remordimientos, lo cual lo hace ver demasiado simple. Y en eso consiste el relato, en entretenernos, sin que hagamos muchas preguntas inquisitivas ni que la propuesta pretenda la habilidad de darnos respuestas, sino que sucede y punto, no hay vueltas que darle.

En efecto no cuestionamos el guión porque éstas cintas contienen una cierta magia para hacer aceptable lo impensable, como que nos ponemos primitivos con la brutalidad visual y quizás lleguemos a comprender los comportamientos desquiciados que en apariencia son consentidos como normales pero desde luego que no lo son. En toda la película subyace una discreta crítica sobre la pobreza económica en un país capitalista aunque en un momento sarcásticamente Cha Yeong-mi cante una canción contra la Corea comunista y a favor de la democracia.

La primera parte de la película es algo confusa pero luego se aclara ensayando buenas explicaciones ante las ambigüedades, como que arranca sin ton ni son y luego recompone esa primera estructura desordenada, mezclada y particular. La segunda mitad recalcamos es una medida carnicería de buena mano que exhibe una factura rara y sensacionalista, la meta es cazar a nuestros enemigos. La revancha alcanza a todo el universo fílmico hasta convertirse en algo que encuentra su propia personificación en la trasformación de los personajes principales, muy bien definido el argumento en el rotulo que enmarca la realización. Al final una supuesta mentira resulta verdad y cierra el ciclo propio de la parca no admitiendo tregua alguna para el espectador que si sabe que esperar se sentirá agradecido.