viernes, 6 de mayo de 2011

12:08 Al este de Bucarest

Película dirigida por una promesa del cine rumano Corneliu Porumboiu, ésta es su primera cinta y ganó la cámara de oro del festival de Cannes que es el premio a las óperas primas, todo un aliciente para seguir mejorando. El filme se presenta como una sátira sobre una pregunta que vuela como contexto ¿hubo o no revolución al este de Bucarest? Para ello el dueño de un canal de televisión invita a dos personajes que supuestamente participaron de dicho levantamiento, el problema es que existen dudas sobre la versión que intentan sostener, al parecer la gente salió al ayuntamiento frente a la plaza principal a celebrar cuando ya habían visto por televisión que el dictador comunista Nicolae Ceausescu huía en helicóptero, es decir salieron después de las 12 y ocho minutos cuando ya toda estaba finiquitado, no antes, queriendo dar a entender que no hubo tal movimiento rebelde en la zona que da cabida al título.

Sin embargo Tiberiu Manescu, profesor de historia que es alcohólico y que dilapida todo su dinero en bebida, dice haber estado antes de la hora mencionada y haber ido a la plaza a gritar arengas contra Ceausescu, incluso haber sido golpeado por un agente de la securitate. El otro invitado es Emanoil Piscoci, un anciano que suele vestirse de papa Noel y que irrisoriamente termina contando detalles que no importan que al final lo descubren como un cobarde, que era el accionar natural en la mayoría de los ciudadanos ya que todos temían al gobierno militar que ejercía mano dura contra sus habitantes.

La primera parte de la película describe el hábitat familiar y la personalidad de tres personas, Manescu, Piscoci y Virgil Jderescu, éste último es el dueño del programa al que los anteriores son llevados uno dubitativo otro queriendo escaparse de la cita, por eso a través del comienzo que nos ofrece la película sabemos claramente quienes realmente son ellos cuando están ante las cámaras de la emisión local y pueblerina al que asisten en la segunda mitad del filme en donde empieza una discusión que ya tenemos resuelta en la mente pero que no deja de ser hilarante ante los ataques a los que se exponen ambos participantes.

El público televidente hace llamadas muy resueltas como contundentes y desenmascaran a Manescu que se defiende enérgico y terco pero que no se hace creer, Piscoci en cambio afloja y cuenta la verdad, encima su ansiedad al ser observado resulta patente y se comporta tontamente. Ante un programa improvisado y torpe que es clara parodia de uno político se da cabida a diálogos cómicos y a una exposición vergonzosa, no solo quedan notoriamente mal uno por franco otro por mentiroso sino que el sufrimiento se alarga en una muestra excesiva de falta de escrúpulos al exhibirse en un tema en que no se han involucrado de ninguna manera y que al querer pasar por lo que no son o sea héroes son desacreditados por gente que los conoce al milímetro. Y eso es lo que busca el director, ridiculizar y hacer mofa de pseudo revolucionarios.

La película se sostiene bien pero no es que rebose de encanto, su manifestación cómica puede no ser tan entretenida porque es algo seca debido más a la temática que a la realización que sale airosa de sobra y más producto de identificarse con las circunstancias, de ponerse en el lugar de un ciudadano rumano para llegar a coger todo el pensamiento desplegado, sin embargo la recreación de la película da cabida a que nos compenetremos con la historia porque es clara y facilita el entendimiento, la burla es tan descarada que no hace falta mucho esfuerzo para asimilarla y seguir el hilo de la narración. Puede que no guste a algunos porque al final es un tema serio aunque visto con un cariz relajado, sin embargo se ve la buena mano de un director que maneja muy bien su lenguaje cinematográfico permitiendo que el espectador más lejano haga suya la trama, no es un filme que uno escuche mucho ser elogiado por el común denominador porque no tiene gancho muy vistoso, pero estoy seguro que a cualquiera que la vea le resultara una buena fórmula de conocer otras realidades y encima con una espontaneidad que se debe al talento de un buen guión que despierta admiración por el ingenio intrínseco que hace de algo complejo y cerrado todo lo contrario, es una buena oferta de un cine pensante que baja al llano a buscar un espacio. El final con la metáfora de las luces justifica el accionar de una población que si hizo la revolución pero a su estilo.